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Por Lorena Lozano
open question
Cuando, en el mes de diciembre, hablábamos de utópolis y de las idealizaciones de las relaciones campo ciudad, nos preguntamos también sobre el sentido de las prácticas artísticas que toman como campo de experimentación los nuevos y emergentes espacios verdes de las ciudades o que retoman espacios rurales con diferentes propósitos. Las cuestiones abiertas podrían ser: ¿Son estos enfoques artísticos otra fantasía utópica o podemos pensar en ellos como una herramienta política en la praxis de la transformación social y ambiental? ¿Qué tiene que ver la sostenibilidad con el arte?
o como más claramente me preguntaron hace poco: ¿qué hace un huerto en un centro de arte?
En el mundo contemporáneo, en la mayoría de los casos, hablar de naturaleza significa hablar de desarrollo sostenible, un importante aspecto ligado a la mejora material del bienestar de los seres humanos. La sostenibilidad depende de la inteligencia y la eficiencia de la explotación de los recursos de la naturaleza; una explotación que se da sólo a través de la ciencia y su progenie -la tecnología. La tecnología y el arte están estrechamente relacionadas entre sí, siendo impensables una sin la otra y ambas derivan de la misma visión existencial del mundo. Valim Flusser en su ensayo On the word design, explica cómo a pesar de esta conexión interna, su relación ha sido denegada por siglos (por lo menos desde el Renacimiento). Afirma que la cultura burguesa moderna hizo una clara y aguda división entre el mundo de las artes y el de la tecnología y las máquinas. De ahí que la cultura fue dividida en dos ramas exclusivas: una la de la ciencia, cuantificable y “dura” y la otra estética, evaluadora y “suave”. [1] En esa línea estética, artistas, pintores, escultores, directores de cine…han representado los sentimientos y significados inspirados por la naturaleza a largo de la historia en las más diversas formas. Estas ilustraciones históricas del paisaje, representaciones de la relación hombre-naturaleza, frecuentemente ponen de manifiesto la lucha por el control del hombre sobre el mundo natural y son un reflejo de las políticas sociales, conteniendo creencias sobre la gente y su posición en el mundo. Sin embrago, más allá de las representaciones de la naturaleza y el paisaje, existen otras prácticas artísticas que trabajan en esa separación entre tecnología y arte, creando nuevos imaginarios de relación con el entorno, actuando como mediadores sociales en la investigación y la producción de conocimiento.
La actividad artística es un juego cuyas formas y patrones corresponden a un periodo y unas circunstancias sociales e históricas determinadas. Dado que el sistema económico gobierna la sociedad contemporánea, merece la pena reconsiderar el lugar de los trabajos artísticos en el conjunto del sistema económico, ya sea este simbólico o material. Históricamente el objeto artístico fue considerado como un objeto de lujo adherido a un contexto urbano que ayudaba en la labor de la distinción, tanto del lugar como del propietario. Así mismo, el desarrollo de las funciones de las obras artísticas ponderó la urbanización del propio experimento artístico. El siglo XX fue un ámbito de lucha entre dos visones del mundo, una modesta y racional que provenía del siglo XVIII, y otra irracional y cargada de una filosofía de espontaneidad y liberación que venía de los movimientos del arte Dada, Surrealismo y Situacionismo. Por lo años 70, La Escultura en el Campo Expandido de Rosalinda Krauss (1978) y el concepto de Escultura Social de Joseph Beuys (1978) abrieron paso a una desmaterialización de la escultura, la cual también se autonomiza y se establece como un ejercicio teórico que busca proveer nuevas categorías conceptuales para entender las propias prácticas, lo que entendemos como como el land-art, el activismo medio ambiental o community art. Al final del siglo XX, Nicolas Bourriaud nos habla en sus Estéticas Relacionales (1998), de la posibilidad de un arte relacional que toma su horizonte teórico del ámbito de las relaciones humanas y el contexto social en el que está inmerso, más que de un espacio simbólico independiente y privado. Argumenta sobre la elaboración colectiva del significado a través de un sistema de encuentros intensivos ligados a prácticas artísticas. Esto no significa que históricamente el arte no haya tenido una dimensión dialógica, si no que ésta ha cambiado en cualidades. Independientemente de la naturaleza mercantil o semántica, el trabajo artístico representa un intersticio social y definitivamente desarrolla un proyecto político cuando sus esfuerzos de moverse hacia el ámbito relacional se convierten en sí mismos en un tema de debate. El rol del trabajo artístico no es sólo formar realidades imaginarias en la escala escogida por el artista, si no que hoy en día la modernidad extiende las practicas del hazlo tu mismo y del reciclaje, la invención de lo cotidiano y al desarrollo del tiempo vivido (…) no hay nada más absurdo que la afirmación de que el arte contemporáneo no conlleva ningún proyecto político o la afirmación de que sus aspectos subversivos no están basados en un terreno teórico.[2] Su plan, tiene tanto que ver con las condiciones de trabajo y las condiciones en las que los objetos son producidos, como con las cambiantes formas de vida social.
El entendimiento de las prácticas artísticas y el estudio de la creatividad son cada vez más importantes en las sociedades en las que innovación e imaginación son esenciales para su desarrollo. Sostenibilidad puede ser entendida no sólo en relación a la explotación de los recursos naturales, si no también a la capacidad de adaptación al cambio, una habilidad característica de los artistas en la variopinta inseguridad de la economía del conocimiento[3]. Así pues un huerto en un centro de arte se refiere a la sostenibilidad, la tecnología y la producción agrícola; pero lo que le confiere el significado son las relaciones que establece y los imaginarios que produce.
Y en este orden de cosas, ecoLAB para el año 2012 tiene tres líneas de trabajo: diseño sostenible, arte sonoro y alimentación.
El proyecto de diseño sostenible, jugando con las estéticas de la necesidad, se enfoca a realizar algunas mejoras del no-jardín, entre ellas, diseñar y construir unos básicos de mobiliario. Como siempre con las premisas del bajo coste y fácil instalación y reutilizando o reciclando materiales preexistentes, buscando autonomía en el uso de la energía y la integración óptima de las necesidades ecológicas, económicas y sociales del sistema. Los objetivos son la producción de conocimientos capaces de gestionar el entorno en que vivimos, investigar y documentar conocimientos locales y ancestrales tales como procesos constructivos, arquitectónicos y urbanísticos que combinan técnicas tradicionales con técnicas y necesidades contemporáneas, que incorporan materiales y construcciones reutilizadas y semiindustrializadas. En este proceso se intentan generar redes locales de creación que involucren a artesanos diversos, colectivos en activo o profesionales especializados y contribuir a la conservación y el desarrollo de la herencia cultural y natural. El proyecto está coordinado por Rubén Suárez de Huerta Guerrilla, Javier Palacios de la Cova dos Ratos de Vigo, y Renns colaborador y vecino de Re-Colectivo. Se desarrollará en el FabLAB y se está poniendo en marcha la participación del Museo Etnográfico del Pueblo de Asturias. Esta línea de trabajo prospera expandiendo ese hortus conclusus que es el Patio Sur, hacia la ciudad y anclándose en El Jardín de Antonio, un proyecto piloto de jardín sostenible en una azotea privada en Jove, uno de los barrios de mayor contaminación atmosférica de Gijón.
El proyecto de alimentación es eminentemente práctico y sutilmente placentero, como lo es la comida, eje transversal a la ecología, destino último del cultivo de hortalizas y hierbas. Así pues, para cada sesión se invita a un artista o creador a diseñar, planificar y preparar los almuerzos del grupo en cada encuentro. Se plantea un menú con unas características, un tipo de alimentos y unas cuestiones socioculturales determinadas, se experimenta con recetas, alimentos, rituales, hábitos culturales y se reflexiona sobre la transferencia de conocimientos sobre alimentación. El objetivo es investigar y documentar conexiones interculturales, formas de transmisión de conocimientos y cambios en hábitos alimenticios relacionados con los cambios tecnológicos en la sociedad actual. Una forma fantástica de optimizar los recursos financieros de un proyecto, de activar transversalmente la producción de contenidos culturales y hacer confluir elementos botánicos, naturales, perceptivos, tecnológicos y de cohesión social. Un reclamo de nuevos y necesarios espacios para la alimentación. Hasta el momento hemos probado con Patricia Vergara “los huaraches” mexicanos (tortitas de maíz y guacamole) quien también nos ha presentado el proyecto del Conservatorio de la “Cultura Gastronómica de México”. Con Iwona Paula, probamos comida polaca basada en fermentaciones de repollo, kapusta kiszona, acompañado de caldo de remolacha. Esperamos qué nos ofrecen en futuros encuentros Melania Fraga e Ignacio Arévalo.
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El proyecto de arte sonoro trata de crear nuevas formas de entender el sonido. Actualmente estamos trabajando y aprendiendo con Paula Pin (Beca Vida Artificial de Telefónica) que estudia la fisiología vegetal y ambiental y el uso del sonido como manera de entender el espacio, las condiciones climáticas, las plantas…su investigación, “Concerto Fotosintético”, se presentará en Gijón el 28 de abril en el marco del Festival LEV, Laboratorio de Electrónica Visual y de todo ello hablaremos largamente en Julio, cuando Paula Pin haya terminado su tiempo de residencia. Para seguir con cuestiones sonoras, también colaboramos con Juanjo Palacios quien de momento ha realizado una captura sonora de la jornada de la siembra del pasado 31 de Marzo y de estas sinergias que surjen participaremos en el proyecto Mapa Sonoru. Para despegar, ecoLAB está creando una red de artistas que trabajen con los sonidos de la biosfera y los paisajes sonoros y que estén interesados en la interpretación de los datos del no-jardín tomados desde la estación meteorológica. Infinitas posibilidades: abstracciones sonoras y musicales, instrumentos digitales y analógicos, de carácter preformativo o no, micrófonos, reproducción en el mismo jardín, streaming, VLFs, sonidos desde el espacio, contaminaciones acústicas, etc…(Los interesados pueden escribir a ecolab@plataformacero.cc)
En cuanto al día a día, continuamos organizando un encuentro cada último sábado del mes que está abierto a quienes desean colaborar en el mantenimiento del no-jardín y en cualquiera de las actividades. Mantenemos también el estudio en la segunda planta del centro de arte; es el espacio de reunión, que permanecerá abierto en ocasiones especiales para la visualización del trabajo en progreso y que esperamos que algún día se convierta en un centro de recursos. En el no-jardín, hemos celebrado la primavera el pasado 31 de Marzo, coincidiendo también con el 5º aniversario de LABoral. Organizamos un día de puertas abiertas para niños y familias, una jornada de siembra al que acudieron unos 20 niños de diferentes edades acompañados de sus padres o responsables, también nos visitaron profesores de primaria para tomar ideas para su escuela y otros espontáneos que se animaron a sembrar flores silvestres y hortalizas, a poblar de renacuajos la poza de agua, a observar por el microscopio DIY de Paula Pin los microorganismos del agua y a conocer la forma de dibujar las flores y las plantas del natural de Joaquín Vila.
En un par de semanas esperamos la visita de Jaime Izquierdo, quien nos presentará su libro La Casa de Mi Padre (KRK Ediciones), una propuesta narrativa que combinando recursos propios de la novela, el ensayo y el libro de texto, aspira a convertirse en una herramienta metodológica, un manual de estilo, un ejercicio futurista de diseño y gestión de los territorios campesinos en el siglo XXI. Una suerte de teoría de economía campesina posindustrial o prototipo de desarrollo local con el que integrar a la comunidad de origen campesina en la sociedad contemporánea. En el debate reflexionaremos sobre las posibilidades de desarrollo del territorio asturiano en términos agro-politanos y del rol del arte contemporáneo en todo esto: en definitiva hablaremos sobre qué pinta un huerto en un centro de arte.
Portada de La Casa de mi Padre de Jaime Izquierdo
(representa la célula de la parroquia campesina)
Fotografías de Iwona Pakula y Lorena Lozano
[1] FLUSSER, VILÉM “About the Word Design” – The Shape of Things: A Philosophy of Design 1999.
http://seansturm.wordpress.com/2009/10/03/about-the-word-design-by-vilem-flusser/
[2] BOURRIARD, NICOLAS- Estéticas Relacionales, Dijon, 1998
[3] LETOSWKA, MICHELLE, Things made special – sustainable public art making as collective human behaviour. PAR+RS Feature, Glasgow 2009 http://www.publicartscotland.com/reflections/17
Fotografías de Iwona Pakula y Lorena Lozano.