high tech/low tech
Por Lorena Lozano
Arranca el solsticio de verano en el no-jardín con cientos de insectos polinizadores, especialmente abejas que se detienen en la borraja y en las amapolas a recolectar su néctar, y con muchas mariquitas y otros artrópodos que aumentan la biodiversidad y que en su quehacer convierten el patio casi en un enjambre. Un enjambre cuya tendencia natural a dividirse y los sonidos generados, nos sirven como metáfora de la actividad productiva de los grupos sociales.
De sonoridades y escuchas, en Abril, tuvimos la experiencia del “Concierto Fotosintético” de Paula Pin, (Beca Vida Artificial de Telefónica) que trabaja en el uso del sonido como manera de entender el espacio, las condiciones climáticas, las plantas…Su “Concierto Fotosintético” fue un proceso de investigación y desarrollo que tuvo lugar durante los meses de Marzo y Abril en el contexto del ecoLAB y fabLAB de LABoral. Una investigación que parte de los ecosistemas naturales y la biología de los sistemas complejos para profundizar en el estudio y realización de biosensores e interfaces biológicas. En la Naturaleza la Fotosíntesis es un complejo proceso que genera energía química a partir de la luz del sol; la artista traduce este complejo proceso a un ecosistema híbrido que va de los procesos naturales a entornos sonoros artificiales generados por síntesis granular. La síntesis sonora y la síntesis de elementos químicos emergen como punto de partida hacia una investigación más amplia. El proceso de “fotosíntesis artificial” es el último objetivo de la investigación, de ahí surge el deseo de obtener energía a partir de la catálisis del agua o bien implementando dispositivos a través de bacterias fotosintéticas color púrpura. El “concierto fotosíntetico” es un proceso de escucha atenta de la naturaleza cuyas finalidades o líneas de desarrollo son amplias, las más evidentes: revelar lo no audible y configurar nuevas aperturas a través de la multiplicidad del NOISE. Este proceso, en continuo desarrollo, se basa en lo que la artista llama una percepción Ekológica o una nueva abertura experimental de intra-conexión de instrumentos de sensorización biológica e interfaces fisiológicas de donde emergen nuevas formas performativas. O también, un ecosistema que emerge de la fusión en vivo de las interacciones tecnológicas, las fuerzas y elementos naturales, el humano y las plantas. A través de los bio-ritmos de la naturaleza, podemos entender y tomar consciencia de cómo el entorno afecta a nuestras emociones. Estos bio-ritmos son también datos de emociones y afectos que pueden interactuar con el ecosistema y que la artista procesa y traduce a sonido. Las herramientas que usa Paula Pin son: Pure Data/Pd (entorno de programación orientado a objetos que permite una experimentación infinita de complejos sistemas sonoros audiovisuales e interactivos), Arduino (microcontrolador que permite la conexión de dispositivos y sensores con la computadora), Sensores (realizados en el fabLAB Asturias, en colaboración con David Pello) y un Microscopio (realizado a base de materiales de reciclaje con Andy Gracie de Hackteria.org). Todo el desarrollo es producido con licencias y herramientas de hardware/software libre, que permiten replicar infinitamente cualquiera de los dispositivos empleados al final del proceso. Como colofón a este proceso de trabajo, Paula Pin presentó su investigación en el marco del Festival LEV (Laboratorio de Electrónica Visual).
Continuando con esta experiencia de los sonidos de la biosfera, Daniel Romero, .tape., ha comenzado a trabajar con el equipo de ecoLAB creando un grupo de trabajo sobre “arte sonoro y ecología”. El grupo será abierto y se encargará colectivamente de generar material para la exposición que tendrá lugar en otoño-invierno 2012 en el Almacén Sur. Entre las labores que desarrollan, están la visualización / sonificación de datos de la estación meteorológica, el cultivo de sonidos o huerta sonora, la recreación de los sonidos del ecotopo del no-jardín (insectos, movimientos de las plantas, otros seres vivos…) y la documentación de sonidos en vías de extinción (maquinaria antigua, la berrea, comparativas de contaminación acústica, etc…).
En otro orden de cosas, en colaboración con Grupo de Medio Ambiente y Urbanismo del 15M y con la editorial KRK, hemos organizado un ciclo de debate llamado Arte y paisaje, dos visiones de un mismo territorio. Dos charlas, una a cargo del escritor e investigador del medio rural Jaime Izquierdo y otra del arquitecto experto en urbanismo Manuel Carrero de Roa. En estas sesiones se platea una reflexión acerca de sobre cómo puede contribuir el arte y la creación visual contemporánea a la construcción del paisaje y al desarrollo territorial. Un debate que abrimos y continuamos para la exposición del otoño en el Almacén Sur.
En cuanto al diseño sostenible y con la necesidad de tener un espacio relacional y de actividades a resguardo de las condiciones climáticas en el Patio Sur, organizamos una actividad colectiva de autoconstrucción para construir una estructura “tendejón” (tendayu). Partiendo de materiales locales y técnicas tan tradicionales como los ensamblajes estructurales sin clavos, propios de los hórreos asturianos, diseñamos una estructura auto portante que tendrá una cubierta en próximos talleres, mediante techumbre vegetal, a través de la técnica del “teitado”, y de cubierta vegetal viva. El diseño y proceso es guiado por el auto-constructor Rens Willet en colaboración con el Colectivo Zoohaus, Inteligencias Colectivas, Arquitectos Duque y Zamora, Ayuntamiento de Somiedo y Muséu del Pueblu d’Asturies.
Este proyecto es un claro en ejemplo de arquitectura Low Tech, que estudia y analiza las técnicas y materiales constructivos del pasado aplicándolos desde nuevas perspectivas para lograr edificaciones que mantienen las necesidades de eficiencia actuales, introduciendo en sus procesos consideraciones medioambientales y sociales. Según Mónica Alcindor, el sistema Low Tech se basa en tres principios: potenciar el uso de materiales locales, adoptar técnicas del pasado que estén a punto de desaparecer, y lograr que dichas técnicas estén al alcance de todo el mundo”.[1] Un proceso y un resultado, que como diría Claude Lévi-Strauss, está a caballo entre e pensamiento mítico y el bricolage y que consiste en elaborar conjuntos estructurados, “odds and ends”.[2] El arte a mitad de camino entre conocimiento científico y mítico o mágico, que tiene algo de sabio y de bricolage y en el que el objeto material confeccionado es al mismo tiempo objeto de conocimiento. Y es que la tecnología, como la ciencia, no es más que una aplicación del conocimiento, o un descubrimiento de uso práctico; es también una figura o producto de la cultura, cuyo futuro o evolución depende a su vez de las características de la propia cultura. La tecnología junto con el lenguaje son comunes a todas las culturas humanas y las primeras de las creaciones de la actividad humana en sociedad. La capacidad de supervivencia depende la habilidad de transmitir conocimientos y observaciones del entorno y de crear herramientas y equipos necesarios para las necesidades humanas. En un ensayo sobre Filosofía de la Tecnología, Kwame Gyekye [3] explica que en todas las culturas humanas la creación de formas muy simples de tecnología antecede a la ciencia y que la prioridad funcional e histórica de la tecnología sobre la ciencia fue incluso un fenómeno de las sociedades Occidentales, cuna de las más avanzadas y sofisticadas tecnologías. Desde la antigüedad y en la edad media, entrando en la época moderna de Europa, la innovación tecnológica no mostró ninguna traza de aplicación consciente de principios científicos. La tecnología basada en un conocimiento científico se desarrolló en la mitad del siglo XIX. La tecnología fue durante siglos un conocimiento completamente empírico. No puede negarse que la tecnología junto con la ciencia, han sido históricamente los pilares y motores de la modernidad. El mundo contemporáneo está cada vez más convirtiéndose en un mundo tecnológico y la tecnología se convertirá en una figura central de la cultura global en las décadas que llegan. En el mundo contemporáneo, el desarrollo sostenible es un gran aspecto que está ligado con la mejora material del bienestar de los seres humanos, lo cual depende de la inteligencia y la eficiencia de la explotación de los recursos de la naturaleza, una explotación que se da sólo a través de la ciencia y su progenie, la tecnología. La necesidad de cultivar las actitudes científicas apropiadas, se convierte en un imperativo, ya que la tecnología ha pasado a estar basada en la ciencia, y la ciencia ha pasado a estar dirigida hacia la tecnología. Así pues, existe una relación histórica entre valores y tecnología, la cual persiste en una concepción de la tecnología que domina al ser humano. La tecnología sola no puede salvar los obstáculos de la sociedad, ni las desigualdades y asimetrías sociales como la pobreza, la explotación etc… Ésta ha de conllevar unos valores que concuerden con las necesidades de las comunidades en las que la tecnología se inserta. La tecnología es un instrumento de valor, pero no un valor intrínseco que ha de ser necesariamente perseguido por sí mismo. A este respecto, Hanna Arendt distingue el trabajo de nuestras manos (cuyo “trabajo” fabrica objetos de uso), del trabajo de nuestros cuerpos (cuya ‘labor’ supone mantener el proceso de la vida y es una actividad totalmente necesaria y determinada). [4]El ‘trabajo’ implica artificio, talento e imaginación para invertir esa ‘labor’ y darle una intención estética. Surgen entonces, el homo laborans, sujeto a las necesidades de la vida y a remolque de las necesidades perentorias y el homo faber que tiene imagen de futuro y así produce con libertad. Para el homo faber, el material es elemento indispensable y la violencia de la naturaleza está presente en el proceso de fabricación, el cual, está determinado por las categoría de medio y fin. El fin justifica la violencia ejercida sobre la naturaleza para obtener el material, el producto final organiza todo el proceso de trabajo, decide los especialistas que necesita, la medida de cooperación, el numero de participantes, etc. en una filosofía utilitaria. El fabricado de herramientas y útiles, incluso la máquina más primitiva, guía y remplaza idealmente la labor del cuerpo y la tecnología deja de ser un medio, convirtiéndose en el fin. La creciente carencia de sentido en el mundo moderno, se expresa claramente en la identificación de medio y fin, los cuales se han confundido en un mismo significado. Al contrario que Marx, argumenta que la emancipación no se da a través de la emancipación política -igualdad de todas las clases de ciudadanos- si no a través de la tecnología y propone una ética en la que la categorías medio-fin no rigen las relaciones humanas, sino las relaciones entre hombre y cosas.[5] Así trabajamos en ecoLAB, entre el HighTech que nos proporcionan las nuevas tecnologías informáticas, y el LowTech del conocimiento ancestral, buscando el diálogo y la biomímesis, soluciones sostenibles que miran a la naturaleza como Modelo, Mentor y Medida. [6]
[1] M. ALCINDOR, Universitat Politènica de Catalunya
[2] C. LÉVI-STRAUS, La ciencia de lo concreto en El pensamiento salvaje. Fondo de Cultura Económica, México, 1964.
[3] K. GYEKYE, Technology and Culture in a Developing Country. FELLOWS, R., Philosophy of Thecnology, Cambridge University Press 1995. Royal Institute of Philosophy Supplements, Volume 38, March 1995, pp 1-5. Published online by Cambridge University Press 08 Jan 2010.
[4] H. ARENDT, Labor, Trabajo, Acción, en De la historia a la acción, Paidos UAB, Pensamiento contemporáneo 38,. Barcelona 1999, p. 88-107
[5] H. ARENDT, Labor, Trabajo, Acción, en De la historia a la acción, Paidos UAB, Pensamiento contemporáneo 38,. Barcelona 1999, p. 88-107
[6] J. BENYUS http://www.asknature.org/ http://biomimicry.net/