El Enjambre

El Enjambre

por Lorena Lozano

Foto: Spinnen

Ilustración de Maria Sibylla Merian de Metamorphosis insectorum surinamensium.

 

Un enjambre es un conjunto de insectos similares, en especial las abejas, cuya tendencia natural a dividirse y los sonidos generados, sirven como metáfora de la actividad productiva de los grupos sociales. Con esta idea, e intentado mostrar la actividad del grupo de trabajo de ecoLAB, el 9 de noviembre de 2012 se abrieron de nuevo las puertas del Almacén Sur, un espacio híbrido que presenta los procesos creativos del año y la producción del grupo durante los dos años de existencia, los encuentros, actividades y formas de trabajo de los artistas que han colaborado en el proyecto.

En este espacio de trabajo y documentación se puede ver un video de la artista Cristina Ferrández llamado Narrativas del No-Jardín, que documenta los cambios sucedidos en el Patio Sur, los encuentros mensuales y la filosofía del general del proyecto. Rubén Suárez presenta el proyecto sobre diseño sostenible, Low Tech Monitor Arquitecture”; un estudio de las técnicas constructivas tradicionales para su aplicación en contextos actuales que documenta además, el proceso de construcción del Tendayu en el Patio Sur y el taller de Teitado que tuvo lugar en Somiedo y del que hablamos en el post anterior. Contamos también con un Puesto de Microscopía en el que se puede visualizar la biodiversidad del agua de la poza a través de un microscopio DIY realizado durante un taller con Andy Gracie (Hackteria). El microscopio de construyó convirtiendo un camera web USB en un microscopio de video.

Re.colectivo[1], un grupo de artistas afincados en el medio rural, ha creado un creado un mapa de recursos y un “Banco de Semillas”, un mural de ilustraciones botánicas y ciclos naturales y humanos del no-jardín que invita a hacer tu propio paquete de semillas. Dentro del proyecto de alimentación de ecoLAB, han colaborado en la construcción de una cocina móvil y han cocinado para el equipo en los últimos encuentros. Ante el desequilibrio energético y humano que supone la globalización y la gran variedad de productos de todos los rincones del mundo, cuyo transporte y producción no son sostenibles, su máxima es: comprar y comer lo que hay cerca, como antes, pero ahora etiquetado como Slow Food o Kilometro 0, productos de la zona (menos de 100 km), ecológicos, de temporada y comprados directamente de los productores, evitando alimentos industriales e intermediarios.

El proyecto de arte sonoro de ecoLAB tiene en residencia a .TAPE. (Daniel Romero), que documenta los sonidos de la naturaleza, insectos, plantas y otros seres vivos presentes en el no-jardín. Trabaja además con datos meteorológicos, y está poniendo en marcha un grupo de trabajo abierto sobre “arte sonoro y ecología”. Ha llevado a cabo tres talleres de electrónica abierta sobre creación de micrófonos inalámbricos, construcción de sensores DIY y conocimientos básicos para la visualización de datos con processing. Para el enjambre presenta el proyecto “Cultivo de sonidos”, que visualiza datos climáticos. Se trata de una mezcla de fonografía, síntesis granular y música generativa. El sonido se genera a través de la traducción de datos atmosféricos (temperatura del aire, humedad, luminosidad, velocidad del viento, etc…) y según las condiciones climáticas, éstos pueden crecer hasta dos segundos al día. La visualización presenta tres tipos de plantas según la fuente sonora: plantas sintéticas, que provienen de música que genera el propio ordenador según los datos climáticos y un criterio de programación basado en captación de microsegundos; plantas fonográficas, que recogen sonido del ambiente a través de un micrófono inalámbrico instalado en el no-jardín y plantas híbridas, que crecen combinando ambas técnicas. Una instalación audioviosual y work in progress como forma de representar y de conocer el espacio atmosférico. Ese espacio de variaciones meteorológicas y climáticas de cuyo conocimiento dependen el desarrollo de la agricultura, la navegación, las operaciones militares y la vida en general. Si mediante el estudio de los fenómenos que ocurren en la atmósfera, la meteorología trata de definir el clima, predecir el tiempo, comprender la interacción de la atmósfera con otros subsistemas, etc…, en este trabajo, el músico escribe una programación computacional que traduce a sonidos los valores de series de datos climatológicas de una selección de observatorios (intensidades de precipitación, rachas máximas de vientos o sucesos curiosos de interés general). El paisaje físico es transformado a tiempo real en frecuencias y tempos sonoros marcados por las variaciones de los fenómenos atmosféricos. Simultáneamente, se proyecta una representación del cultivo en forma de vegetales que crecen según la generación del propio sonido. Los muchos objetos o cualidades que pueden ser medidos en la atmosfera, devienen sonidos que nutren representaciones en movimiento del crecimiento orgánico de hojas y tallo, la propia filotaxis; una metáfora del cultivo y de la existencia de los seres vivos en continua producción de sí mismos, aplicada al sonido atmosférico.

La dimensión sonora, muy poco presente en los estudios sobre medioambiente, arquitectura o sociología, posee una connotación negativa asociada al ruido, un problema ambiental de niveles sonoros crecientes en las ciudades. Desde el urbanismo se usa el mapa acústico como herramienta técnica fundamental para el estudio del sonido, que cartografía los niveles sonoros mediante curvas isobeles. Este tipo de instrumentos, los mismo que los histogramas que usa la meteorología, revelan valores numéricos pero no contemplan las fuentes sonoras según sus significados y valoraciones. El sonido posee cualidades informativas y expresivas, afectivas y emocionales que se pueden interrelacionar con imágenes generando nuevas formas de representar el espacio y un nuevo conocimiento perceptivo.[2] Cuando el compositor canadiense Raymond Murray Schafer reflexiona sobre el sonido y sus vínculos con nuestra sociedad, afirma que “todos los acontecimientos traumáticos conservan el sonido como su medio expresivo: guerra, violencia, amor, locura… y se pregunta sobre cuál sería el sonido del Apocalipsis…¿sería una explosión, un gemido? ” [3]¿sería el propio ruido, ese ambiente sonoro de gran complejidad que nos rodea? ¿o quizás este trabajo de .TAPE. como  representación sonora del llamado “cambio climático”?

Hoy en día una de las actividades centrales de la actividad científica, económica y social es generar grandes y complejas masas de datos casi en tiempo real. Ni las formas convencionales de representar datos, tablas, histogramas, gráficos de barras, gráficos circulares, etc…ni las palabras mismas, son suficientes para hacer comprender las relaciones entre sus elementos y los patrones de significado que poseen. El arte y la ciencia de la visualización de datos buscan otras formas más profundas y creativas de visualizar estos datos, nuevos sistemas que los representen y muestren sus dinámicas. De entre los múltiples discursos actuales sobre visualización e interpretación de datos, José Luis de Vicente afirma que “La visualización de datos es una disciplina transversal que utiliza el inmenso poder de comunicación de las imágenes para explicar de manera comprensible las relaciones de significado, causa y dependencia que se pueden encontrar entre las grandes masas abstractas de información que generan los procesos científicos y sociales. Surgida en el ámbito científico hace dos décadas, la ‘infovis’ o ‘datavis’ combina estrategias y técnicas de la estadística, el diseño gráfico y de interacción, y el análisis computacional para crear un nuevo modelo de comunicación más adecuado y esclarecedor para la era de la complejidad emergente[4]. Sin duda, esas nuevas formas de visualización y sonorización, pueden ser entendidas como patrones de auto-organización, enjambres de esa actividad  social que dibuja un nuevo paisajismo electrónico: realidad virtual, representación figurativa, realidad aumentada, dataspace…paisajes figurados, paisajes construidos, paisajes aumentados y paisajes de datos [5].  Nuevas relaciones espacio-temporales en un océano con nombre propio, el ciberespacio.

————-

El trabajo de este año en ecoLAB, ha sido coordinada por Lorena Lozano & Rubén Suárez con el apoyo de Javier Palacios, a través de la plataforma Econodos. Han colaborado diversos artistas y colectivos locales, nacionales e internacionales, que han estado trabajando durante los encuentros abiertos, documentando los procesos de trabajo o apoyando el proyecto de diferentes formas. Entre ellos: Re.Colectivo, Huerta guerrilla, Cristina Ferrández, Fiumfoto, Zoohaus, Rens Willet, Nodalmode, Arquitectos Duque y Zamora, Manuel Carrero de Roa, Grupo de Medio Ambiente, Urbanismo y Barrios del 15M de Oviedo, Jaime Izquierdo, KRK Ediciones, .tape., Andy Gracie (Hackteria.org), Paula Pin, Festival LEV, Refarm the City, Susanna Tesconi, Gaia y SofíaPedro Soler, Cova dos Ratos de Vigo, Iwona Pakula, Patricia Vergara, Nieves González, Finca el Noceu, Ignacio A. Sevil, Melania Fraga, OKNO%2