
A Garden for Orpheus: la galería aumentada
El pasado mes de abril, la George Fraser Gallery de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) acogió una muestra del artista Shannon Novak que ocupó las salas del espacio expositivo durante cuatro días, manteniéndolas totalmente vacías.
No se trataba de recrear la famosa exposición Le Vide (1958) de Yves Klein en la Galerie Iris Clert de París, ni tampoco revisar, como hizo la Hayward Gallery, el arte de lo invisible. En A Garden for Orpheus, Novak interviene en diversos rincones de la galería por medio de obras de Realidad Aumentada que combinan una pieza musical y una composición abstracta. El artista escogió determinados espacios (ya sea una ventana, una columna, o incluso una caja de enchufes) y concibió para ellos una serie de “capas órficas” (Orphic Layers) en las que unas formas geométricas juegan con el espacio que ocupan virtualmente, apareciendo en respuesta a una serie de notas ejecutadas en un piano. Novak se declara inspirado por la experimentación de Paul Klee, quien buscaba la “musicalidad de los objetos”, pero su trabajo también evoca los principios de Kandinsky y sus exploraciones sinestésicas. La sobriedad de los elementos, tanto visuales como sonoros, eliminan cualquier posibilidad de efectismo superfluo y revelan una sincera exploración del espacio por medio de formas básicas, que no obstante se muestran particularmente vivas.
Al igual que Kandinsky, Novak es sinestésico: debido a una particularidad de las conexiones entre diferentes partes de su cerebro, es capaz de oír colores, ver sonidos y experimentar un determinado gusto a partir de una textura. Según explica en un texto del Prof. Martin Rieser: “por ejemplo, un surtidor de agua que no está siendo usado supuestamente es silencioso, pero yo experimento un fuerte ruido. Experimento este objeto de manera sinestésica como sonidos, colores y formas que expreso en la intervención en Realidad Aumentada.” Esta tecnología se revela así particularmente útil para transmitir al espectador esta excepcional forma de percepción sensorial, puesto que es capaz de ver los sonidos y formas visuales a la vez que entiende que no están ahí realmente. Según indica Rieser: “el trabajo de Novak afrima la materialidad del mundo invisible” y destaca que nuestro entorno “es un complejo sistema ecológico formado por la intersección de fenómenos visibles e invisibles.”
Otra particularidad del uso que hace Novak de la tecnología de Realidad Aumentada, en este y otros proyectos, es la manera en que sus obras se “adhieren” a la superficie de los objetos, creando una integración mucho mayor de la que habitualmente logran otros artistas que han experimentado con formas creadas en 3D que imitan objetos reales y flotan (un tanto torpemente) en el espacio en que han sido geolocalizados. Como artista que trabaja habitualmente con pintura e intervenciones murales, este trabajo supone para el neozelandés una extensión lógica de su exploración de la sinestesia por medio de la representación visual y la composición musical, logrando gracias a la tecnología un interesante equilibrio entre acción, intervención, arte sonoro e instalación, todo en el efímero ámbito de una pantalla que reproduce el espacio en el que se encuentra.
Por medio del programa Aurasma, Shannon Novak ha creado una “capa” en la que se muestran las piezas geolocalizadas en los diferentes espacios de la galería, colocadas de manera que respondan al ángulo de visión que tiene el espectador en cada caso (como puede verse en este vídeo). Para ver la exposición, es preciso llevar consigo un smartphone o tablet con el programa instalado y situarse en los lugares en los que el artista ha preparado cada intervención. El espacio de la galería queda así vacío (a simple vista), lo que permite observarlo como el entorno arquitectónico que es, los volúmenes que define, en lugar de obviarlo como simple soporte de unas obras físicas. La experiencia es también individual para cada espectador, puesto que la obra se crea en el momento en que es observada.
A Garden for Orpheus constituye así una interesante colaboración entre el espacio expositivo y el arte de Realidad Aumentada que abre una opción alternativa a las “intervenciones no autorizadas” que suelen proponer muchos artistas que trabajan con esta tecnología.